Plátano, ajo, aceite y azúcar: la cena familiar sagrada

 

Menú de Restaurante Genesis en Cabo Rojo, Puerto Rico. Foto de la autora.

 

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Todas las comidas nos relacionan con un otro. Un café que prepara un abuelx/madrx/padrx, los sandwichitos de mezcla que siempre están en las fiestas de la casa de alguna tía o algunx miembrx de la familia extendida. Creamos rituales, rutas y redes alrededor de esas comidas, las anticipamos. Con ellas, también, entendemos nuestro tiempo-espacio. Para mí y dos amigos, una comida que se ha vuelto ritual son los tostones con ajo de los chinos del puente en Cabo Rojo, mi pueblo natal. Entre desplazamientos, crecimientos, amoríos, bregas laborales y muchas otras cosas que suponen ahogarnos, los tostones con ajo siempre están ahí como alimento sanador. Al abrir las bocas para devorar el plátano verde doblemente frito, pasado por aceite con ajo, azúcar y sal consumimos otras historias de desplazamientos, de crecimientos y posiblemente de amoríos. Pero en ese acto de reflexión, hay quizás un potencial curativo. 

La cena familiar sagrada

La comida china o “comida de los chinos” estaba presente mientras crecía, aunque siempre a modo de romper con la cotidianidad, de establecer un ritual familiar. En retrospección, posiblemente era un descanso de la cocina para mi mamá y una forma de alimentar a tres niños en una casa con un solo ingreso. Una oferta familiar #1: ½ galón de arroz, 10 presas, 1 papas = $24.95 en el costo de hoy. En ese momento no entendía que, en el ritual, nos acercamos a lo sagrado. Quizás a eso se debe el lugar privilegiado de los restaurantes chino-boricuas o chino-criollos en Puerto Rico. Lo sagrado se compone de “dimensiones de labor espiritual”¹, según M. Jacqui Alexander. Más aún, implica una práctica afectiva que reconoce el respeto mutuo, la complicidad y la solidaridad sensorial. 

 

Pepper steak combo. Foto de la autora.

 

Los tostones con ajo o un combo de pepper steak con arroz y papas fritas incorporan una relación con lo sagrado que apela a la complicidad y a la solidaridad sensorial.² Viviendo fuera de Puerto Rico, nunca pensé que extrañaría la sensación de jugarse la muerte al tragar más de un tostón con ajo. Ese no bajar por la garganta hasta casi cerrar una vía de aire que provoca el almidón del fruto del plátano. Tampoco pensé que conduciría dos horas y media desde Austin a Houston en busca de un restaurante de comida chino-puertorriqueña para revivir esa experiencia culinaria. Pero lo sagrado requiere cierta peregrinación, un llegar a una tierra prometida o un espacio que encarne lo que consideramos sagrado. Y es que la comida chino-puertorriqueña, como también reflexiona María Sotomayor de la Cruz,³ es el epítome de la comida criolla. En ella figuran los desplazamientos y los cuerpos que no son reclamados al “ser puertorriqueño” y al hacer y practicar comunidad. 

Las comidas nostálgicas

Durante el siglo XIX el Caribe se convirtió en un espacio en el que confluyeron varias diásporas y como resultado llegaron a compartir lo que Tao Lei Goffee llama la “herencia agridulce del azúcar”⁴. La primera ola migratoria de inmigrantes chinos al Caribe ocurrió durante el siglo XIX a través de las colonias británicas dirigida a la labor en el cultivo de la caña de azúcar, cuando la abolición del trabajo esclavo estaba ya en el horizonte.⁵ ⁶ ⁷ De esta ola, comparte el historiador José Lee Borges, recibe Puerto Rico braceros escriturados chinos provenientes de Cuba que habían sido encarcelados y cuyas sentencias cumplieron en Puerto Rico en parte trabajando en la Carretera Central⁸. Las olas migratorias subsiguientes según Lee Borges ocurrieron durante la segunda mitad del siglo XX y fueron migraciones “entrelazadas con el surgimiento de los nuevos proyectos económico-industriales en Puerto Rico, la entrada de diversos grupos de inmigrantes y el renacer de la comunidad china en Estados Unidos”⁹. Esta etapa además cuenta con la migración de inmigrantes chino-cubanos como consecuencia de la Revolución Cubana de 1959. Es durante este periodo que comienzan a establecerse restaurantes de comida china y heladerías como las conocidas REX Cream en el archipiélago puertorriqueño.

 La llegada de los trabajadores chinos implicó un camino muy similar al de los trabajadores esclavizados africanos. Como consecuencia, en su cotidianidad, ambas diásporas se vieron obligadas a transformar sus cocinas en el extranjero y “demostraron recreación e invención”¹⁰. Si bien la mano de obra de los inmigrantes chinos garantizó la continuación de la economía azucarera en el Caribe, estas fusiones culinarias no se entienden como parte de la tradición culinaria caribeña “oficial”. Más bien, estos platos -al igual que con los cuerpos de las diásporas asiáticas y los afroasiáticos- son vistos como extraños, extranjeros y otros. Por ejemplo, en Elogio de la fonda¹¹ -una serie de crónicas gastronómicas que describen el espacio de la fonda en Puerto Rico- el escritor Edgardo Rodríguez Julia opta por no incluir los restaurantes chino-puertorriqueños. Esto a pesar de que su definición de fonda se refiera a un “restaurante humilde que sirve comida a precios módicos”, pero en el que la comida “es de sabor hogareño” y al que caracteriza el trato amable propio de las empresas familiares: definición que bien acoge a los restaurantes chino-puertorriqueños. Dicho de otra forma, si bien los restaurantes chino-puertorriqueños son esenciales en las rutas alimentarias tanto de lxs puertorriqueñxs en el archipiélago como en su diáspora, este tipo de establecimiento no tiene lugar en el imaginario de “la fonda criolla”. Como sugiere Sidney Mintz y otros sobre el estudio de ciertas tradiciones alimentarias y sus relaciones: “no deberían seguir mirando las prácticas alimentarias occidentales y orientales como si estuvieran en planetas diferentes, cuando cada día se nos da más evidencia de que no lo están”¹². Más aún en un espacio como el Caribe, en el que Stuart Hall explica que todos vienen de otro lugar¹³. 

Cocina futurista afroasiática

Los tostones con ajo, el pollo frito y el arroz frito plantean un juego con el imaginario puertorriqueño de las comidas nostálgicas. Por ejemplo, los tostones con ajo, cuyo ingrediente distintivo pero no conocido es el azúcar, reflejan la trayectoria de la maquinaria colonial y la colonización de los paisajes agrícolas caribeños. El plátano es un cultivo que fue introducido por los colonizadores españoles. Sus orígenes están en el continente africano y el cultivo fue “domesticado” por manos españolas en suelo canario, antes de ser traído a América¹⁴.

 

Tostones con ajo. Foto de la autora.

 

La creatividad en los métodos de cocción empleados principalmente por cuerpos afrodescendientes durante el período colonial europeo representa tanto un acto de resistencia como de supervivencia¹⁵ cuando la cocina estaba determinada por los pocos cultivos puestos a disposición de las personas esclavizadas para asegurar la productividad.

La plantación normaliza y organiza de los cuerpos¹⁶ ¹⁷ ¹⁸. Sin embargo, hay prácticas culinarias- como los tostones con ajo- que retan esta normalización de lxs cuerpxs en las vidas del sistema de plantación, que siguen afirmando una vida a gusto a través de “la innovación e improvisación con ingredientes locales en los márgenes del sistema de plantación”¹⁹. Tao Leigh Goffe explica que, como respuesta a la innovación inducida por la fuerza, las prácticas gastropoéticas de artistas afroasiáticas contienen la capacidad para metabolizar los alimentos “de maneras que se enfrentan al futuro de la plantación para formar una nueva genealogía entrelazada de la feminidad negra y china”²⁰. De esta forma a través del plato de tostones con ajo nos acercamos a un gesto similar practicado por cocinerxs cotidianos y profesionales de la diáspora asiática y africana. La práctica de cocinar es siempre un proceso de transformación, de potencialidades y re-creaciones. De esta manera, combinar ajo, plátano, azúcar y freírlos de forma familiar habla del futuro de la plantación y la liberación de lxs cuerpxs condicionados a este espacio-tiempo. De estas historias, de violencias, invención, creatividad y resistencia parece ser que nace nuestra relación con lo sagrado, aquello que nos impulsa a practicar el ritual culinario. 

Referencias

¹ Alexander, M. Jacqui, Judith Halberstam, and Lisa Lowe. Pedagogies of Crossing Meditations on Feminism, Sexual Politics, Memory, and the Sacred (Durham: Duke University Press, 2005), 7.

² Ellis Neyra, Ren. 2020. The Cry of the Senses: Listening to Latinx and Caribbean Poetics. Dissident Acts (Durham: Duke University Press), 17.

³ Sotomayor de la Cruz, María. “Dame una orden de tostones con ajo”: Sobre los restaurantes chinos criollizados. 80grados, (August 2022).

⁴ Goffe, Tao Leigh. “Sugarwork: The Gastropoetics of Afro-Asia After the Plantation”. Asian Diasporic Visual Cultures and The Americas 5, (2019): 34

⁵ Goffe, “Sugarwork”, 33.

⁶ Benítez Rojo, Antonio. Archivo de los pueblos del mar (San Juan: Ediciones Callejón, 2010), 39.

⁷ Lee Borges, José. Los chinos en Puerto Rico. Ediciones Callejón, 2016. 19.

⁸ Lee Borges, Los chinos en Puerto Rico, 21.

⁹ Lee Borges, Los chinos en Puerto Rico, 22.

¹⁰ Cheung, Sidney C. H., and David Y. H. Wu. The Globalization of Chinese Food (London: Routledge, 2013), 56.

¹¹ Rodríguez Juliá, Edgardo. Elogio de la Fonda (San Juan: Plaza Mayor, 2001).

¹² Cheung and Wu, The Globalization of Chinese Food, xix.

¹³ Hall, Stuart. “Negotiating Caribbean Identities.” New Left Review 209 (1995): 6.

¹⁴ Ortiz Cuadra, Cruz M., and Russ Davidson. Eating Puerto Rico: a History of Food, Culture, and Identity (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2013), 138.

¹⁵ Mintz, Sidney W. Tasting Food, Tasting Freedom: Excursions into Eating, Culture, and the Past (Boston: Beacon Press, 1996), 14.

¹⁶ Allewaert, Monique. Ariel’s Ecology: Plantations, Personhood, and Colonialism in the American Tropics (Minneapolis: University of Minnesota Press, 2013).

¹⁷ McKittrick, Katherine. “Plantation Futures.” Small Axe 17, no. 3 (2013): 1–15.

¹⁸ Wynter, Sylvia. “Novel and History, Plot and Plantation,” Savacou, no. 5 (June 1971): 95-102.

¹⁹ Goffe, “Sugarwork”, 40. 

²⁰ Goffe, “Sugarwork”, 31. 


Mónica B. Ocasio Vega es candidata a doctorado en literatura y cultura ibérica y latinoamericana en la Universidad de Texas en Austin. Ella investiga la relación entre comida, lectura y escritura en libros de cocina caribeña, blogs gastronómicos, programas de cocina y literatura.

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