Diseñar comunidad: el legado de Casa Klumb en Puerto Rico
Al menos una vez al mes me encuentro navegando en los mapas de Google para echar un vistazo a mi isla. Flotando sobre las vistas de las calles, mi nostalgia y mis curiosidades sobre la planificación urbana se manifiestan al rememorar mis propios recuerdos y los de otros. Un día, sobrevolando las áreas de Río Piedras, me fijé en un pequeño bosque sin señalizar en medio de una zona residencial. Naturalmente, envié una captura de pantalla a mi padre, que durante décadas ha trabajado como “location scout” para filmaciones y se conoce la isla como la palma de su mano. "Chico, ¿recuerdas cuando íbamos a la iglesia en Carolina? Lo que estás viendo está justo después de ese centro comercial, con las lámparas de lujo y los ventiladores de techo; tienes que girar a la izquierda, justo antes del puente que te lleva al Moscoso. Ahí está la casa de Henry Klumb". Pasé de los mapas a las imágenes y encontré lo que me recordaba a la casa Farnsworth de Mies van der Rohe en Plano, IL. Solo que esta era de madera y no de acero, escondida dentro de un denso bosque en el Caribe. Considerado una figura central en la historia arquitectónica de la isla, Henry Klumb fue un diseñador modernista alemán que vivió y trabajó la última mitad de su vida en la isla. Aunque se le conoce sobre todo por el diseño del campus de la UPR en Río Piedras, la Casa Klumb es la obra más personal del arquitecto, que sirve de plano e invitación a pensar en el trabajo como un esfuerzo de colaboración hacia el progreso social.
Cuando Klumb llegó por invitación en la década de 1940 para trabajar en los diseños de un Puerto Rico moderno de posguerra, la mayoría de los edificios emulaban las estructuras con aspecto de "tarta de cumpleaños" del Spanish Revival o los diseños Art-Deco. Habiendo nacido y crecido en Alemania, donde las estructuras tienden a tener muchas habitaciones y paredes para crear calor a través del aislamiento, se quedó boquiabierto al ver que estos mismos principios se estaban utilizando para los edificios en un clima tropical. Así que Klumb prestó mucha atención a los elementos que implicaba vivir en el Caribe: el sol abrasador durante todo el año, las brisas costeras que soplaban por las ciudades, las barreras naturales que generan las líneas de palmeras, la lucha constante contra la humedad y la calidez general que estas condiciones imprimían a la sociedad puertorriqueña. Klumb rompió con la arquitectura histórica existente y presentó un nuevo lenguaje empleando elementos como las líneas verticales, los espacios amplios, abiertos y en constante flujo, y los detalles minimalistas. Pero a diferencia de las escuelas de pensamiento alemanas y estadounidense de las que procedía, Klumb no estaba interesado en diseñar estructuras esterilizadas o sin carácter.
Cuando empezó a trabajar en el campus universitario de Río Piedras, Klumb compró un rancho cercano que se convertiría en su hogar. Con la estructura principal ya construida, Klumb renovó la casa de madera del siglo XIX utilizando este lenguaje modernista, insistiendo en su creencia hacia un diseño más consciente de la sociedad y logrando este objetivo al introducir la naturaleza en los espacios. Se deshizo de todos los muros exteriores, exponiendo la mayoría de las habitaciones a la cobertura verde circundante, diseñó todo su mobiliario para que fuera móvil, moviéndose con la luz del sol a lo largo del día, e integró jardines con cuerpos de agua y palmeras alrededor de la estructura central. En un esfuerzo de colaboración con su esposa, Else Schmidt, la casa se convirtió en un estudio donde intentaban crear dinámicas que favorecen las interacciones humanas dentro de un espacio mediante el uso de materiales nativos de la comunidad en la que vivían.
Tras la trágica muerte del arquitecto en 1984, el rancho fue adquirido por la Universidad de Puerto Rico. Y aunque poco a poco se ha convertido en una ruina debido a la falta de uso, mantenimiento, y el paso de huracanes, la propuesta de Klumb sigue inspirando más allá de su arquitectura. Unos 25 años después del fallecimiento de Klumb, el artista Jorge González se asomó a la puerta y se interesó por la casa aparentemente abandonada. En sus primeras visitas, el entonces jardinero y paisajista conoció a Agustín Pérez, el cuidador del rancho que se acercaba a su jubilación. A través de Pérez, el artista pudo acceder a la memoria de este lugar, conociendo el estilo de vida que proponía Klumb. Al conocer el diseño del jardín y su relación con la casa, González se interesó por los valores de conciencia social y colaboración que se expresaban, más que por la propia arquitectura.
"Conecté con su mentalidad ecológica, la idea de tener a la comunidad en el centro y conectar con la gente de forma orgánica. Klumb invitaba a la gente y utilizaba el espacio como él quería, para producir conversaciones y nuevos diseños que beneficiaran a los que le rodeaban. Jugaba al dominó con los vecinos y trabajaba con los artesanos locales. Su visión del modernismo entrelazan mucho su vida con su trabajo; su casa tiene esa magia para crear las interacciones que buscaba. Todo cierra el círculo".
Como la jubilación de Pérez estaba a la vuelta de la esquina, González decidió asumir la tarea de seguir conservando los recuerdos y el legado de esta casa. Como producto de una residencia de seis meses en la que trabajó con Pérez en el mantenimiento de los jardines, Jorge realizó una película titulada Understory, que es un concepto ecológico que se refiere al crecimiento de las plantas bajo la copa de los árboles. Se trata de una colección de tomas largas en las que se observan las distintas partes del jardín que abarca la propiedad, y que González entiende como el espacio en el que se desarrollan las conversaciones entre Agustín Pérez y su entonces casero y amigo.
Tras presentar esta película a Beta Local en San Juan, González conoció las creencias de Klumb sobre la des-escolarización. Klumb no estaba vinculado a la escuela de arquitectura de la universidad porque no creía que la arquitectura fuera algo que se aprendiera en la escuela, sino que es una disciplina que se aprende a través del proceso de utilizar los materiales necesarios para llegar a un diseño. Desde entonces, el trabajo de González se ha ampliado en su proceso y alcance: desde la celebración de conversaciones en Casa Klumb con la esperanza de recopilar historias orales, hasta la creación de una "Escuela de Oficios", en la que identificó y colaboró con maestros artesanos para ofrecer talleres mientras se preservaban las prácticas y los diseños tradicionales (que dieron lugar a muchos de los propios proyectos de Klumb en su momento). Y en 2014, en un esfuerzo por aportar luz al deteriorado hito histórico, se ideó un proyecto en el que se invitó a 30 artistas y diseñadores a realizar obras inspiradas en el legado de Klumb y en cómo este moldeó sus propias prácticas. En efecto, la Casa Klumb se ha expandido fuera de su bosque denso en Río Piedras. Algo que ni Google Maps puede señalar en su totalidad.
Hoy en día, tales prácticas y dinámicas de colaboración siguen fructificando en las industrias del diseño y las artes en Puerto Rico. Pero como bien conocemos las realidades naturales y las barbaridades políticas que ocurren en este país, toda estructura en el trópico se encuentra vencida en algún punto por las condiciones de esta geografía hostil y macabra. Esta es una isla donde la humedad y las elecciones no perdonan a través del tiempo, al menos que cuides de lo material constantemente.
El texto que has leído hasta este punto fue escrito en el otoño de 2020. Mientras llevaba la investigación y hacía entrevistas para escribir este artículo, el 11 de noviembre de 2020 me desperté con imágenes de la casa mientras ardía en fuego la noche anterior. Con mi lápiz y papeles llenos de notas aún regados sobre mi cama, las fotos del incendio tomaron primer plano, y quemaban todo de lo que había aprendido en los últimos dos meses. Aún sin poder creerlo, y a la vez no estar sorprendido de lo ocurrido, recordé las palabras que había escuchado, solo unos días antes, durante una charla online de la artista Sofía Gallisá: "La dinámica entre el clima y la memoria en los trópicos es una en la que la naturaleza impone un sentido de impermanencia". Si pensamos en la esencia del hogar, de una casa, la impermanencia como concepto va en contra del hogar. Como seres humanos buscamos permanencia, un sentido de comunidad que crea la imagen de la casa para cada une. Pero nosotres puertorriqueñes sabemos bien que la permanencia es rara vez la realidad nuestra.
Tan pronto llegué a la isla, fui a tomarle fotos a lo que quedaba de la casa. Al buscar el trozo de terreno en Río Piedras usando Google Maps para llegar en carro, me percaté que lo marcaron como hito histórico, "Casa del Arquitecto Henry Klumb", después del fuego... La ironía me llenaba de frustración y tristeza mientras cruzaba las avenidas. Brinque la verja, llegue hasta la base donde había restos de las columnas y otras piezas estructurales, quemadas y dobladas bajo la intensidad del fuego. Subí mi mirada hacia la cobertura de los árboles, las flores y frutas que iban creciendo, como señalando que aún hay vida dentro de la muerte.
Unas semanas después de haber visitado la ruina de la Casa Klumb, fotos de otro hogar empezaron a dar la vuelta por las redes sociales. Cerca de una finca en Utuado, nuestro querido Jorge Gonzalez llevaba tiempo construyendo una casa con su maestro y colaborador, Edwin Marcucci. “La casa surge pensando en el show del Whitney, en el cual participé antes de la pandemia. La palabra ‘Wasichay’ [cuál formaba parte del título de esa exhibición] significa construir o crear una casa. Luego, estando en la casa, tanto durante la parte dura de la pandemia, mi residencia se convirtió en un espacio de vivienda y trabajo.”
Ya para el 2020, el artista no contaba con el apoyo institucional para seguir trabajando en la Casa Klumb, donde había encontrado su inspiración para sus proyectos desde su primer encuentro con ella. Mientras iban bajando los casos de COVID y se hacían más flexibles las restricciones por estos, González comenzó a reflexionar en construir una casa de cero, como catalizador y motivación para ir organizando un plan de continuación para su Escuela de Oficios. Teniendo en mente que un espacio puede fomentar el aprendizaje de artesanía y reflexionar sobre las técnicas constructivas, Jorge se dedicó al próximo paso de su proceso continuo como artista, como miembro de las comunidades al cual pertenece.
Al terminarse la construcción, la nueva casa en Utuado albergó varios eventos alrededor de los valores que conlleva la obra de González. Y aunque esta casa no tenga relación directa a la de Klumb, la casa en Adjuntas respira la voluntad y valores de Klumb. El artista me comentó que alguien la ve como un altar a la Casa Klumb en cierto modo. Quizás la podemos ver como una nueva manifestación del proyecto Understudy de González: la casa nueva siendo lo que ha crecido bajo la cobertura de las enseñanzas del Alemán en Puerto Rico.
Independientemente de que fuera culpa de las implacables fuerzas de la naturaleza a través del tiempo, o la frustrante burocracia de las instituciones responsables por ella, el legado de la Casa Klumb vive a través de una comunidad de artistas, historiadores y amigues que comparten los valores del arquitecto; buscando salvar y restaurar lo que queda. Mi esperanza es que, como comunidad, podamos seguir encontrando formas para construir y crecer juntes; encontrar permanencia.
Sebastián Meltz-Collazo es un escritor, artista visual y músico que trabaja hacia nuevas experiencias a través de la intersección de narrativas. Conectando las historias personales con las colectivas, explora las iteraciones de la cultura visual y la representación con la intención de plantear cuestiones en torno a la identidad y sus diversas manifestaciones. Es un graduado del programa de Image Text Ithaca y reside entre Nueva York y Puerto Rico.